Mundo Fintech

Crowdfunding no-financiero: Una nueva alternativa para alcanzar tus metas

Soy un ferviente defensor de los mecanismos de financiamiento alternativos porque considero que este país alcanzará la tan anhelada inclusión financiera el día que dejemos de pensar que las únicas herramientas son el ahorro y el crédito.

Por eso, me dedico a explorar el crowdfunding no-financiero, que en términos simples es un modelo de donaciones en línea o micro-mecenazgos, como dirían los españoles, útil para aquellas ideas en fases iniciales o bien para aquellos proyectos que no persiguen una rentabilidad financiera como su propósito primordial. Si usted tiene una buena idea, a partir de plataformas como la mía podrá solicitar múltiples pequeñas aportaciones a su comunidad inmediata o no tan inmediata y así podrá llevarla a cabo sin necesidad de endeudarse.

Hasta antes de la pandemia, México había sido un hueso duro de roer al hablar de estos modelos. En los más de 6 años de operación hemos enfrentado retos en términos culturales, legales y de adopción de mercado. A continuación hago un breve recuento de los más relevantes.

Retos culturales

Hablar de modelos no-financieros en un país donde el sector está acostumbrado a captar y prestar es un desafío mayúsculo, hablar de donaciones muchísimo más. 

Nuestro inconsciente colectivo suele remitirnos a la compra de galletas y rompope, a las rifas entre amigos o de plano al viene-viene de la esquina. Y aunque hay esfuerzos tremendamente serios por encontrar el impacto financiero de las donaciones en México (como el encabezado por la Doctora Jacqueline Butcher, cuya bibliografía recomiendo en su totalidad) aún las relacionamos con dar lo que nos sobra en el marco de alguna desgracia.

Culturalmente, no asociamos las donaciones al mercado de más de 9 billones de dólares que representan plataformas como GoFundMe en el mercado anglosajón para causas personales, ni a los más de 5.4 billones para proyectos creativos y emprendimientos levantados por Kickstarter. Por supuesto que la palabra “donación” tampoco nos remite a todos los clientes que, a partir de las versiones regionales de estas plataformas, han logrado hacerse de un capital semilla que les abre la capacidad de adquisición y por ende de ahorro y endeudamiento otrora imposible para ellos.

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Por ello, dejar de asociar las donaciones con tragedias y el emprendimiento con retornos monetarios es una de las grandes transformaciones culturales que ofrecen los modelos no-financieros de crowdfunding. Acostumbrarnos a conocer y a donar a proyectos como el primer auto eléctrico desarrollado en la UAEM (que por cierto, levantó más dinero en MiCochinito.com que en Kickstarter) o a los muchos proyectos artísticos de creadores independientes en México, por supuesto que es una herramienta mucho más eficiente de inclusión financiera que muchas políticas públicas que se han propuesto a lo largo de nuestra historia. 

Y si alguien considera que es un despropósito apostarle a la innovación, a la cultura y aquellos proyectos cuyos retornos financieros son aún borrosos, que estudie lo que pasó durante El Renacimiento.

Retos legales

Si para la población general hablar de modelos no-financieros, o reward-based como le llaman los angloparlantes es un desafío cultural, para el regulador la situación no es muy diferente. Y aunque es de reconocer la enorme apertura que las autoridades financieras han mostrado hacia el mundo fintech aún hay retos enormes que el crowdfunding en todas sus modalidades debe enfrentar.

Legalmente no es lo mismo una plataforma donde la colectividad puede donar, que una donde pueda invertir o prestar. Y aunque hemos hablado de las bondades de la filantropía en el emprendimiento, queda claro que el tratamiento legal de una plataforma donde se garantiza el dinero de vuelta, es muy distinto que el de una donde no. 

Mi recomendación es que el regulador se desprenda del modelo dicotómico de ahorro y crédito como únicos productos financieros y que bajo un espíritu de aprender-antes-de-regular, conozca muy bien cuáles han sido las características específicas que han permitido que los modelos de crowdfunding no-financiero florezcan en otras latitudes y, sobre todo, defina el resultado social que realmente espera; ¿aumento en el poder adquisitivo?, ¿incentivar a la población a apostarle al emprendimiento?, ¿generar confianza a partir de reglas claras para quienes solicitan dinero? 

Por mi parte, estoy seguro que los resultados regulatorios esperados deben ser muy distintos porque las necesidades de sus usuarios también lo son. Figuras como la del fideicomiso simplificado, vehículos ágiles para el intercambio de información con instituciones financieras tradicionales y mecanismos de control y defensa ante contracargos son algunas de las herramientas regulatorias que transformarán el paisaje para este modelo de financiación, siempre y cuando sean vistas bajo la lógica de sus diferencias.

México, antes, durante y después de la pandemia, ha necesitado con urgencia encontrar nuevos vehículos de inclusión y fortalecimiento económicos. Es un reto de los profesionales llevar nuestros pensamientos más allá de los microfinanciamientos y las tarjetas de débito, adoptar mejores prácticas internacionales pero aterrizarlas a nuestro contexto. Por supuesto, falta mucho antes de decir la última palabra, pero para abrir boca yo le propongo el crowdfunding no-financiero, ¿y usted?

Federico Arellano

@arellanoyow en Twitter. Abogado y economista del ITAM. Fundador de MiCochinito.com, plataforma en línea que ha recibido más de 600 proyectos y atendido a más de 3,000 emprendedores de más de 50 universidades. Ganador del Premio Facebook al Impacto Social en 2018. Profesor en la Anáhuac del Norte, el ITESM, la CNBV y El Banco de México. Keynote speaker internacional.

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